Era un hombre tan, pero tan viejo, que cuando Dios dijo: "Hágase la luz", él ya debía tres cuotas.
Era un hombre tan, pero tan viejo, que cuando Dios dijo: "Hágase la luz", él ya debía tres cuotas.
Era un hombre tan, pero tan viejo, que cuando Dios dijo: "Hágase la luz", él ya debía tres cuotas.
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